miércoles, 19 de marzo de 2014

PADRES DE AYER, DE HOY, DE SIEMPRE

Cuando me hablan de padres no soy capaz de determinar a quien se refieren.

Mi padre. 
Figura protectora, responsable, no demasiado cariñosa, fuerte y estable. El que ahuyentaba (casi) todas mis pesadillas. Ese padre que siempre estuvo allí y que me fue arrebatado demasiado pronto.
Un padre que sigue presente en cada paso. Que forma parte de mi ser, de mi esencia.
A veces creo oler su perfume, una mezcla característica de colonia y tabaco negro. Ese olor que indicaba que estaba en casa o que justo acababa de marcharse. Curiosamente, una de las cosas que más fácilmente puedo recuperar de él.
Muchas veces escucho sus palabras (o lo que yo creo que diría) cuando me enfrento a situaciones difíciles, cuando tengo que lidiar sola con mi vida y sus trampas.
Le veo en cada estrella, en cada libro, en cada pluma. En esos objetos que irremediablemente traen a mi mente sus facciones y sus manos.
Hace demasiado que se fue. Una enfermedad terrible se lo llevo mucho antes de que lo incineraran.
Se que me está esperando.
Me aferro a lo mejor que me jamás me dijo: "serás una buena madre".


Mi esposo. El padre de mis hijos
Mi compañero, la persona que he escogido para recorrer juntos el camino. Para siempre. De momento.
No es sólo mi mejor amigo, es mi pilar, mi ancla. Sin él yo no sería yo, ni mis hijos serían tan maravillosos como son.
Él les educa, juega, protege, les ama por encima de todo. Muy por encima de lo que me ama a mí. Es un padrazo con todas las letras. Aunque no se da cuenta.
Es único, vibrante, el faro en el puerto. Se merece todo lo bueno que se pueda decir de él y aún así me quedaría corta.
Es el mejor padre que mis hijos podrían tener y eso no se lo podré agradecer suficiente por muy largo que sea el tiempo que tengamos destinado a pasar juntos.
Gracias.


Mis hijos. Futuros padres.
Osezno. Tan dulce, tan responsable. Protector de los débiles. ¡Y tan inseguro!
Será un padre excelente, aunque aún no lo sabe.
No pongo en duda que lo será. Aunque no llegué a engendrar hijos.
Tiene pasión por los demás, por ayudar, porque todo el mundo a su alrededor sea feliz. Ya es un padre. Aunque sea en miniatura.
Tan solo espero estar a su lado para recordarle, si es que se le olvida, que lo está haciendo bien.

Osito. Con una risa contagiosa. Es luz, brillo, desprende amor y libertad.
Será (si así lo quiere) un padre magnífico. Un padre lleno de juegos y aventuras, con el que trasnochar inventando historias bajo la colcha. Un padre que va a llenar su casa de luz y color.
Espero que nunca olvide que la vida es mejor con risas y yo procuraré estar allí para secar todas sus lágrimas en el momento en que aparezcan.


Pasado, presente y futuro.
Una linea temporal unida por un mismo concepto: padres únicos e insustituibles.




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