jueves, 28 de noviembre de 2013

¡¡¡CASTIGADA!!!

Los niños necesitan tiempo, esto es así. Lo del "tiempo de calidad" es un autoengaño que funciona muy bien para quitarnos de encima culpabilidades, pero no es cierto. Los niños necesitan que juegues, dibujes, rías o veas por centésima vez el mismo capítulo de Pocoyo sentado junto a ellos en el sofá.

Me encanta mi trabajo, es de los pocos lugares donde me siento útil y necesaria. puedo pasar muchísimas horas preparando material específico, formándome o rediseñando objetivos, pero por desgracia, mi horario es de tarde. A partir de las 5 de la tarde.
Cuando me quedé embarazada cambié de empresa. Tenía claro que no podía llegar a casa a las 11 de la noche. Quería pasar tiempo con mis hijos y criarlos yo en la medida de lo posible.
El destino me llevó a una empresa que me permitía llegar a casa a las 8 de la noche, ¡un lujo en mi oficio! y aproveche al máximo todos los recovecos para pasar 6 meses de baja maternal. Por las mañanas osezno y yo estábamos juntos, pero a la hora de la siesta me tocaba desaparecer para ir a trabajar hasta la cena.
Como osezno no iba a guardería aprovechábamos para que cenara con nosotros y se levantara tarde, pero la realidad se iba imponiendo. Se hacía mayor, me necesitaba y yo no estaba.

Con los años esta ausencia se ha ido acentuando más, osezno va al colegio y, aunque siempre he dejado 1 o 2 tardes libres para ir a recogerlo, no es suficiente. Cuando llego me rechaza, me gira la cara, rehuye mi contacto. Sé que lo que está haciendo es expresar su malestar, su dolor por la ausencia, pero no hay nada que duela más en el mundo que el rechazo de tu propio hijo.
Ya he reducido mis horarios, ya le dedico un tiempo en exclusiva, ya saco horas de donde no las tengo para él e intento transformar nuestro tiempo juntos en "tiempo de calidad", pero no es suficiente.

Sé que estoy castigada. Castigada por mala madre. Castigada por trabajar por la tarde. Castigada por no poder recogerle cada día como las otras madres. Pero la parte racional no puede gestionar el dolor que siento.

Hijo, solo espero que algún día me perdones. Perdones que haya escogido un oficio que no nos permite estar juntos tanto como nos gustaría. Perdones que no tenga una familia que me apoye y haya sido necesario buscar una desconocida para que te cuide. Perdones no haber podido ser la madre que yo quería ser y que tú mereces.

Te quiero y espero que eso no lo olvides nunca.