jueves, 20 de marzo de 2014

5

Cinco.

Toda la mano abierta.

Esa mano que se aferraba a mi dedo como si fuera a alejarme, sin que tú supieras que yo ya no podría soltarme jamás.
Esa mano que recorría mi cara, mis surcos, mi nariz, mi boca, ... explorando cómo era esa mamá que te había tocado en suerte.

La mano que agarraba la mía cuando dabas tus primeros pasos y que tardó 2 meses en soltarse del todo.
La mano que me sigues dando cuando duermes y necesitas saber que, tras la pesadilla, sigo a tu lado.

Una mano abierta, generosa, dispuesta a darlo todo. Y que aún tiene que aprender a recibir.
Una mano que dejó su huella en el barro, pero también en mi alma.


Cinco.


Cinco años ya desde que abriste tus ojos acerados.

Unos ojos curiosos, que no pueden contener las ganas de descubrir el mundo. Unos ojos que tienen mucho que aprender y mucho más que enseñar.
Unos ojos a los que no se les puede esconder nada. Tan limpios que traspasan cualquier barrera.

Los ojos más peculiares que he visto jamás, de un color cambiante. Como el tiempo. Como tú.


Cinco.


Ya no eres un bebé, ya no eres mi bebé.

Me discutes, me retas, me cuestionas. Y, aunque aún no puedo explicártelo, me encanta.

Debes tomar tus propias decisiones, seguir tus caminos, con tus aciertos y tus errores.
Papá y yo estaremos allí para recogerte y sanar tus heridas. Para recordarte que nunca debes rendirte, que eres más sabio de lo que piensas y más fuerte de lo que crees. Para darte alas, pero también un refugio al que acudir cuando lo necesites.


Cinco 


Hoy ya has abierto toda la mano. Veo como andas solo y poco a poco te vas alejando.

Solo espero que nunca olvides el camino de vuelta.


Felicidades cariño



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