Recuerdo esos segundos eternos de silencio, un silencio que retumbaba en toda la sala "¿por qué no llora? Y tu llanto, potente, inmenso, como un rugido.
En estos 3 años has colmado mi vida de tantas cosas.
Has traído luz, color y alegría. ¡Me has enseñado tanto!
Contigo he aprendido...
A exigir lo que creo que merezco. A ser firme en mis conviciones y flexible para cambiarlas.
A reirme. De todo y de nada. Sin control, sin miedo, sin límite.
Que los besos no se gastan y que siempre hay hueco para uno más.
A ver el mundo en espejo y como adaptarlo a ti.
Lo divertido que es comer con las manos, ensuciarse de barro y pintar con los dedos.
A confiar en ti, a dejarte explorar tus límites, mucho más atrevidos que los míos y no tener miedo.
Que las 7 de la mañana puede ser una hora maravillosa para despertarse si va acompañada de tu risa.
Que el talento para la música es innato, y la habilidad para llenar el escenario también.
Que la felicidad lo es aún más cuando se expresa por todos los poros de tu piel.
A encontrar una flor en medio del desierto.
Pero, sobretodo, he aprendido lo que es el amor incondicional. Y que para mí también hay.
Gracias osito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario